Ríete, especialmente de ti mismo. Deja los lamentos y el pesimismo para tiempos mejores. Medita 15 minutos al día y, si puede ser, no te engañes: la benevolencia es una virtud que solemos aplicar con más brío a nosotros mismos que a los demás.

No te compares y, si lo tienes que hacer, hazlo con quien está peor que tú, que es probablemente el 80 ó 90% de la población mundial. Fabrica todas las endorfinas que puedas: el sexo con cariño es un buen surtidor.
Busca tu talento, todos tenemos uno al menos, y dedícate a él. Es mejor que emplear tu tiempo en algo que no te apasiona ni te sale bien. Cuida a tu familia y a tus amigos: cuando hay marejadilla, ellos siempre se mantienen a flote para echarte un cabo al que agarrarte.
Si tienes ganas, llora y haz pucheros debajo del grifo de la ducha, confundidas hacia el desagüe tus lágrimas dolidas y el agua insensible. Prueba cosas nuevas y cambia “porque no” por un “¿por qué no?”. No malgastes tu tiempo consumiendo lo que no necesitas en tiendas atestadas que huelen a estrés y suenan a vacío. Busca ejemplos a seguir, tutores. Ponte al mundo por montera. Vive la vida.
By Diana Reyes.
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